CRÓNICA DEL SECUESTRO Y POSTERIOR LIBERACIÓN
El secuestro.
17 de enero de 1996. Ortega Lara, es abordado en el garaje
de su vivienda en Burgos, cuando regresa de su trabajo en la cárcel de Logroño,
por tres etarras que le introducen en el maletero de su coche y luego le
trasladan en un camión, oculto en una máquina especialmente preparada, hasta un
zulo en una nave industrial de Mondragón (Gipuzkoa).
Al día siguiente, encuentran su coche abandonado en el
polígono industrial burgalés de Gamonal. Sus gafas estaban en el maletero.
Durante el secuestro, ETA envió a ese periódico fotografías
del funcionario para demostrar que se encontraba en buen estado e, incluso, el
propio Egin publicó una carta manuscrita en mayúsculas por Ortega Lara en la
que pedía a sus compañeros que cesaran en el maltrato a los presos de la banda,
y al Gobierno, que negociase. Además, decía recibir un trato correcto.
La liberación
A la Guardia Civil le costó dar con la pista que condujera a
la nave del encierro, pero luego no la abandonó.
Fueron días y noches vigilando en una situación hostil.
Todas las precauciones eran pocas. No solo porque había que evitar ser vistos
por las personas que podían trabajar en el polígono, sino por la propia
orografía, la humedad del río sobre el que se encontraba la nave o lo escarpado
del terreno.
Apenas se producían movimientos en la nave. Apenas dos
personas entraban y salían de ella.
Pero la Guardia Civil estaba convencida de que Ortega Lara
se encontraba allí. Antes de su liberación, los agentes detuvieron a los cuatro
etarras responsables del secuestro, uno de los cuales, Jesús María
Uribeetxeberría Bolinaga, fue trasladado al zulo.
El 1 de Julio de 1997 y coordinada por el entonces juez de
la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, la operación Delfín-Pulpo se puso en
marcha con 500 guardias civiles ante la dificultad para encontrar el escondite,
oculto debajo de una máquina pesada. Mientras, Bolinaga negaba que el rehén se
encontrara en la nave.
"Tuve la suerte de encontrar el acceso" al zulo,
rememora el agente Miguel en conversación telefónica con Efe.
A este guardia civil, que como sus compañeros trabajó toda
la noche para liberar al funcionario de la cárcel de Logroño, le llamó la
atención que el pie de apoyo de un torno hidráulico estuviera fijado al suelo,
cuando debería ser móvil.
Miguel había trabajado en un taller y se extrañó que ese
torno no se pudiera mover. Por eso, ante la sospecha de que ocultara un zulo,
comenzó a quitar los tornillos junto a otros compañeros y levantó el torno del
suelo.
Recuerda que costó más localizar la entrada del zulo que
entrar a la nave y recalca el trabajo "muy intenso y concienzudo" que
tuvieron que llevar a cabo él y sus compañeros.
En total Ortega Lara permaneció secuestrado 532 días.
FOTO DE LA FÁBRICA EL DIA DE SU LIBERACIÓN EN 1997
FOTO 2024
FOTO 1997
INTEROR DE LA FABRICA