jueves, 31 de octubre de 2024

COLEGIO IZARRA INTERNACIONAL.

HISTORIA DEL LUGAR

FINCA

El Internado Izarra, construido por todo lo alto en Urkabustaiz en 1967, en una finca de 100.000 metros cuadrados, los terrenos del antiguo colegio Izarra tienen mucha miga histórica. Fueron uno de los lugares de recreo de la poderosísima familia Oriol en las primeras décadas del siglo XX.

COLEGIO.

Fue uno de esos colegios predilectos de las clases pudientes. El método de enseñanza alternativa Montessori tomó las riendas de su gestión hasta su definitiva quiebra económica en la segunda mitad de los años 90. Durante esta etapa, se rebautizó como ‘Izarra International College’, integrándose en el sistema educativo inglés. El proyecto no funcionó. Antes de los incendios que calcinaron sus instalaciones -primero en 2011 y luego en 2014.

El  centro, estaba dividido en varios edificios, se realizaban las distintas etapas educativas antes del salto a la universidad. Había de todo: dos piscinas cubiertas, una sala de cine, gimnasio, montaron establos y un picadero para adiestrar y trabajar caballos, bibliotecas, zonas deportivas, una residencia en la que dormían los estudiantes…

Colegio Izarra
FOTO DE LA ÉPOCA


viernes, 18 de octubre de 2024

ERMITA DEL SANTO CRISTO.

 HISTORIA DEL LUGAR

La ermita de estilo barroco data de 1628, aunque poca documentación sobre ella ha llegado hasta nuestros días. Lo cierto es que en 1790 la ermita ya se encontraba en estado de ruina, y buena parte de ella ya había sido expoliada. En el siglo XIX se comienza a utilizar el edificio y sus aledaños como cementerio del municipio.

Su planta es sencilla, de nave única en dos tramos y posee una capilla mayor con planta prácticamente hexagonal, aunque muy irregular, algo que se refleja al exterior con una bóveda que no consigue ser totalmente semicircular, rematada con un elemento piramidal. Al presbiterio se le une una sencilla sacristía, ahora presidida por una enorme higuera que está derruyendo dos de sus muros.

De la nave ha llegado poco hasta nuestros días y sólo destacan dos arcos divisorios, ya que toda la cubierta de la ermita ha desaparecido.

Sin duda lo más significativo es la decoración del templo, ya que la iconografía de sus esgrafiados ha hecho correr ríos de tinta. Destacan los de la capilla mayor, a pesar del deterioro y el vandalismo.

Con la bóveda como protagonista, los motivos centrales de tipo vegetal van derivando en algunos más figurativos. Es aquí donde nos encontramos con los “ángeles malos”, 21 figuras aladas con terribles dentaduras y capirotes

Justo debajo de las imágenes de los ángeles encontramos la fecha 15 de marzo de 1628, junto a los elementos de la pasión de cristo, motivos geométricos y la siguiente inscripción: OBLATUS EST QUIA IPSE VOLUIT… ET PECCATA NOSTRA IPSE PORTAVIT (Fue ofrecido porque Él lo quiso, y nuestros pecados Él portó. Isaías, 53)

Video de la exploración.

Ermita del santo


viernes, 4 de octubre de 2024

PUEBLO DE ALMANSA

 HISTORIA DEL LUGAR

“Almansa: Unión, trabajo y constancia”. Bajo este lema nacía en los años cincuenta Almansa (Cáceres) dentro del término municipal de Alía (que con casi 600 km² supone el séptimo más grande de Extremadura). En plena posguerra, al calor de las inversiones destinadas al Plan Badajoz (aquel que, entre otras cosas, represó el agua del río Guadiana en hasta cinco pantanos seguidos, provocando la desaparición o el abandono de varios pueblos y el surgimiento de otros tantos), se creaba el Complejo Agroindustrial de Almansa.

Se trataba de un pueblo nuevo donde numerosos trabajadores de las localidades colindantes (principalmente Alía, Guadalupe, Castilblanco y Valdecaballeros) se mudaron para, según el portal municipal de Alía, implantar “las más modernas técnicas agrícolas” y probar “la última maquinaria recién importada de Alemania o EE.UU.”.

Al frente de este utópico proyecto estaba Eusebio González Martín. Almansa llegó a tener una población de más de 2.000 personas, donde además de agricultores hubo carpinteros, herradores, maestro, cura y veterinario. Trabajos duros a cambio de un sueldo digno y constante. A cada obrero que quiso irse a vivir allí (los hubo que prefirieron quedarse en su pueblo e ir y volver todos los días en bici o burro) se le otorgó una casa con un huerto que podrían cultivar a cambio de una parte de la producción. Las viviendas eran cómodas para la época: dos habitaciones, chimenea (que se usaba como cocina), despensa y televisor

Pueblo Almansa