HISTORIA DEL LUGAR
La ermita de
estilo barroco data de 1628, aunque poca documentación sobre ella ha llegado
hasta nuestros días. Lo cierto es que en 1790 la ermita ya se encontraba en
estado de ruina, y buena parte de ella ya había sido expoliada. En el siglo XIX
se comienza a utilizar el edificio y sus aledaños como cementerio del
municipio.
Su planta es
sencilla, de nave única en dos tramos y posee una capilla mayor con planta
prácticamente hexagonal, aunque muy irregular, algo que se refleja al exterior
con una bóveda que no consigue ser totalmente semicircular, rematada con un
elemento piramidal. Al presbiterio se le une una sencilla sacristía, ahora
presidida por una enorme higuera que está derruyendo dos de sus muros.
De la nave ha
llegado poco hasta nuestros días y sólo destacan dos arcos divisorios, ya que
toda la cubierta de la ermita ha desaparecido.
Sin duda lo más
significativo es la decoración del templo, ya que la iconografía de sus esgrafiados
ha hecho correr ríos de tinta. Destacan los de la capilla mayor, a pesar del
deterioro y el vandalismo.
Con la bóveda
como protagonista, los motivos centrales de tipo vegetal van derivando en
algunos más figurativos. Es aquí donde nos encontramos con los “ángeles malos”,
21 figuras aladas con terribles dentaduras y capirotes
Justo debajo de
las imágenes de los ángeles encontramos la fecha 15 de marzo de 1628, junto a
los elementos de la pasión de cristo, motivos geométricos y la siguiente
inscripción: OBLATUS EST QUIA IPSE VOLUIT… ET PECCATA NOSTRA IPSE PORTAVIT (Fue
ofrecido porque Él lo quiso, y nuestros pecados Él portó. Isaías, 53)
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